2010/01/15

ARGENTINA (I). PROLEGÓMENOS EN RÍO DE LA PLATA

En el verano de 1721 Juan Bautista Urizar y Mª Antonia Uribelarrea se casaban en Arrázola, pequeño pueblo vizcaíno cerca de Durango. Él, natural de Elorrio, estaba a punto de cumplir los 18 años y ella tenía sólo 15. Después de aquel acto se dedicaron a procrear con el inevitable furor de aquellas épocas pretéritas y consiguieron bautizar a 13 de sus hijos (e hijas).

De la mayor de esa descendencia, Rosa Urizar, nacida en 1723 y responsable en 7º grado de que estas líneas estén siendo escritas, se pueden dar algunas pinceladas biográficas: se casó con Juan Garay en 1756, tuvo 5 hijos/as, siguió viviendo en Arrázola y murió en ese mismo pueblo a los 79 años de edad.

Del hermano de Rosa, Antonio, benjamín de la familia y lejano tío mío, pocas cosas se saben. Antonio Urizar Uribelarrea (1747), emigró a América y aparece en documentos como “remesante”, es decir, enviando remesas de dinero desde Buenos Aires a Cádiz. Se tienen noticias de dos remesas de Antonio Urizar Uribelarrea: una de 32.600 reales de plata en 1783 y otra de 5536 reales en 1792.

Caserío Makatzeta por el que, tal vez, correteasen en sus andanzas y juegos los hermanos Urizar Uribelarrea ya que en 1745 era propiedad de su abuelo Bauptista Urizar Jausolo.

Los datos sobre remesas y remesantes (obtenidos de la exhaustiva obra de Eduardo R. Saguier, Genealogía de la Tragedia Argentina (1600-1900), Tomo II. Edición on-line aquí) nos dan una idea del enorme expolio a que fueron sometidas las tierras americanas durante siglos.

Una buena parte de la plata extraida de la tierra por indios semiesclavizados pasaba brevemente por las arcas españolas para terminar en manos de los banqueros y comerciantes ingleses, flamencos, alemanes o genoveses. Esa plata (al igual que el oro portugués extraido por esclavos negros) enriqueció al contienente europeo de forma generalizada aunque dispar.
¿Europa sería tal como la conocemos sin esa inmensa riqueza arrancada por esos esclavos indios y africanos? Y América y África ¿cómo serían si no hubiesen sufrido ese expolio material y humano?

Otra parte de esa riqueza quedó en manos particulares. Ese es el caso de nuestro Antonio Urizar Uribelarrea. Cuando éste envía su plata a Cádiz hace poco que se ha constituido el Virreinato de Río de la Plata desgajándose del de Perú en 1777.
Este nuevo Virreinato se había creado debido a la importancia que estaba adquiriendo la ciudad de Buenos Aires como puerto comercial. La ruta del Pacífico Potosí-Arica-Panamá-España se había vuelto peligrosa y la poca plata que producían ya las minas de Potosí se enviaba a España desde Buenos Aires habiendo pasado antes por Salta y Córdoba.Rutas mercantiles desde el Alto Perú en el siglo XVIII

¿Volvíó Antonio a su Arrázola natal a disfrutar de las riquezas conseguidas en America? No hay constancia de ello.
¿Se quedó, tal vez, en Sevilla o en la Corte madrileña?
¿O fue uno de aquellos burgueses que en 1816 proclamaron entusiásticamente la independencia de Argentina?
No lo sabemos. Sin embargo, conocemos la historia de la familia que dejó en Arrázola y observamos que ésta experimenta un enriquecimiento en ese siglo XVIII (¿debido al capital llegado de América?) que hará que un tataranieto de Rosa, la hermana mayor de Antonio, pueda permitirse el capricho de construir un elegante palacio en Durango a finales del siglo XIX.

Palacio Garai en Durango. Estilo ecléctico francés. Juan Justo Garay Olaun solicitó en 1892 permiso para construir una casa nueva “derribando la vieja ollería” en el barrio durangués de Krutziaga. La obra fue finalizada en 1895

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